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KUNDERA, M. El libro de los amores ridículos. Tusquets.

"El libro de los amores ridículos" es un libro de relatos. El martes de la semana pasada acabé "Despertar en Sarajevo" y se lo envíe a R por mail. Al día siguiente vino a casa para devolverme el reloj. No pasó de la puerta, no se quitó las gafas de sol ni soltó el casco de la moto. Vino y se fue, saludándome con un beso en la mejilla. No he vuelto a verlo. Sé por sus correos que se siente ofendido y estoy triste. Sonia ha leído el cuento, Antonio también, mi madre... todos dicen que, aunque está bien, a R ha debido sentarle como una patada en el estómago... y lo peor es que muchas cosas de las que he escrito no son verdad...
Kundera utiliza al Doctor Havel o la chica del falso autostop para “aligerar” el amor, la religión o el paso de los años. En ninguno de los textos parece tomar nada en serio, a pesar de que el trasfondo de la Praga resultante de la revolución actúa como un personaje más, siempre en contra de los protagonistas, desde el profesor universitario de la primera historia al atribulado Eduard de la última.
Hace muchos años, probablemente más de una década, cuando aún no tenía edad para entenderlo leí "La insoportable levedad del ser". De aquella única lectura conservo en el recuerdo los nombres del perro, Karenin, y de las mujeres, Teresa y, sobre todo, Sabina, su vida independiente y su estudio abierto las 24 horas para todos los hombres (desde el presente miro hacia atrás y pienso que ese personaje me ha influido, ha contribuido a lo que ahora, para bien o para mal, soy). Creo que voy a volverla a leer. Iré a Valencia y releeré la misma edición, en esta época rara en la que vuelvo a confundir las cosas.
El otoño está se acerca. Antonio ha regresado de Perugia y hoy dormirá aquí. Veremos Gran Hermano en la televisión y nos reiremos. Después volverá Diego y llegarán las revistas y el reparto... y las tertulias, a las que tendré que acudir si quiero que R retome su costumbre de escribirme todos los días... estoy un poco triste. ¿Lo he dicho ya? Ayer me bajó la tensión en Repsol y la realidad se distorsionó ante mí como si de repente se hubiera ocultado detrás de un filtro expresionista. Y quiero salir otra vez de Madrid, pedir Tiempo y escapar... y, eso sí, sigo leyendo.

1 comentario

Raquel -

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